jueves, 17 de mayo de 2012

Aprendizaje y neurología. El TDAH .Parte 2



La epidemia de nuestro tiempo: “transtorno por déficit de atención con hiperactividad” o TDAH, pero yo me pregunto : ¿ de quién? ¿Del chico? ¿De los padres?, ¿Del sistema educativo? ¿Quién no presta atención a quién? Da que pensar...

Pongamos un grupo de niños de 10 años entre los que están, Pedro Almodóvar, Marie Curie, Luis Raluy, Anatoly Karpov, Montserrat Caballé, Leonel Messi,  Einstein, Cervantes , Monet , Carl Jung , Martina Hingis, Carme Ruscalleda y Margaret Tatcher. ¿A todos le vamos a ofrecer la misma receta educativa? ¿ todos van a sacar buenas notas? Eintein sufrió fracaso escolar...y ¿cuántos de ellos no encajarían en el sistema actual educativo y les daríamos anfetaminas para que estuvieran quietos? Cuántos genios desaprovechados viven drogados por los psiquiatras para parecer normales, cuando en realidad són extraordinarios.

En febrero de 2006, el inglés Sir Ken Robinson, especialista en educación creativa, ofreció una estupenda conferencia (“Schools kill creativity”*, “Las escuelas matan la creatividad”), que desde entonces ha sido descargada por usuarios de internet más de cuatro millones de veces. Esto habla bien –además del auténtico y pasional compromiso de Robinson– del interés de la gente por la educación, y, sobre todo, de la necesidad de transformar nuestros sistemas educativos actuales, enfocados sobre todo en sólo fomentar la habilidad académica y la industrialización o el trabajo eficaz. En dicha conferencia, Robinson ejemplifica sus ideas educativas con una anécdota histórica de la coreógrafa Gillian Lynne, la creadora de Cats y El fantasma de la ópera.
En los años treintas del siglo XX, Gillian Lynne era una niña de ocho años con fracaso escolar.
–Creemos que Gillian tiene un trastorno de aprendizaje –escribió la escuela a sus padres.
Gillian no se podía concentrar en el salón de clases, se movía nerviosamente. Quizá hoy le diagnosticarían TDAH .Así, su madre la llevó con un especialista. Gillian se sentó sobre sus manos en una silla arrinconada, durante 20 minutos, mientras el hombre y su madre hablaban de los problemas que la niña tenía en el colegio. Al final de la charla, el doctor se acercó a Gillian y le dijo: “Tengo que hablar en privado con tu mamá. Espera aquí, no tardaremos.” Antes de salir del consultorio, él encendió la radio sobre su escritorio. Desde afuera, el hombre le dijo a la madre que esperaran y observaran a la niña. Y en el momento en que los adultos salieron, Gillian se paró y comenzó a moverse al ritmo de la música. La miraron por unos minutos, y el doctor dijo a la madre: “Señora Lynne, Gillian no está enferma, ella es una bailarina. Llévela a una escuela de danza.”
Gillian Lynne estudió y tuvo una maravillosa carrera en la escuela del Royal Ballet de Inglaterra, fue solista, fundó su propia compañía de danza, ha sido responsable de las obras musicales más exitosas de la historia, le ha dado placer artístico a millones de personas y es multimillonaria. Otro médico quizá la hubiese medicado, para que se calmara.
Esta feliz anécdota sirve a Robinson para hacernos ver la necesidad de crear sistemas educativos que nutran, en lugar de “matar”, la creatividad. De buscar cambios a la manera de cómo estamos educando a los niños. Como Robinson –nombrado Caballero de la Orden Británica en 2003 por su aportación en educación al gobierno inglés desde 1998–, hay que repensar el sistema educativo, con miras a cultivar la creatividad y el conocimiento de los múltiples tipos de inteligencia humana. “¿Por qué no obtenemos lo mejor de las personas?”, invita Robinson a reflexionar. “Hemos sido educados para ser buenos trabajadores, en vez de pensadores creativos.

Los ingleses lo nombran “Sir” y lo dejan hablar, pero sus sistema educativo sigue sin evolucionar, triste paradoja.
Tampoco digo que todo fracaso escolar esconde un genio, a veces esconde un niño maltratado, una familia disfuncional, una enfermedad psiquiátrica del niño o de la familia, celos de sus hermanos, retraso mental... no generalicemos a ciegas, pero parece claro que esta epidemia de TDAH es un reflejo de un error social y educativo más que de una epidemia de enfermedad mental infantil. Pero es más fácil vender pastillas que los “amansen”, que preocuparse por ellos caso por caso.
Gillian Lynne

Un amigo mío , psicólogo, deportista y excelente persona, me contaba que la profesora de uno de sus hijos lo citó para decirle que su hijo siempre hacía tonterías para llamar la atención y mi amigo preguntó:
-Y usted se la da?
-Claro que no, tengo 26 niños, sólo faltaría.
-Los 26 le reclaman la atención de esa manera.
-No.
-Bien, pues por qué no le da la atención extra que mi hijo pide, antes de empezar la clase, un simple, buenos días, como has dormido hoy? Y vemos qué pasa?
El niño fue perfectamente y la profesora le acabó reconociendo que le dio un gran consejo. El metilfenidato hubiera mantenido al niño sin llamar la atención, y sin muchas cosas más.


Resumiendo:
-destacar la importancia de la etapa preescolar para el cerebro del niño

-entender que la educación no es un tema de la escuela, implica a toda la familia también y a toda la sociedad.

-comprender como el adolescente remodela su cerebro, y, como dice la investigadora Iroise Dumontheil, esa remodelación es más rápida en la sustancia blanca que en la sustancia gris, lo que los hace más emocionales que racionales hasta que culmina la maduración del lóbulo prefrontal, a los ¡25 años! Su imprevisibilidad, su limitación para calibrar las consecuencias de sus actos, su búsqueda de amigos para alejarse del núcleo familiar, su sexualidad, su inseguridad, etc. tienen una base neurológica, genética, hormonal, educacional. Son muchos factores en juego. Juguemos bién la parte que depende de la educación, que es la única sobre la que podemos intervenir.
-un sistema educativo que no pueda adaptarse a las necesidades de cada niño generará un porcentaje de fracaso ( del sistema educativo, ¡claro!) que puede disimularse con medicación para el niño.

-además de la educación cognitiva y memorística, los niños y adolescentes necesitan cultivar su educación emocional, su creatividad artística, etc. Para descubrir sus dones y darles la oportunidad de ser brillantes en algo en lugar de hacerlos fracasar en todo y mermar su autoestima.

Para los adultos: Nunca es tarde para educar al cerebro a hacer algo nuevo.

Estamos educando a los que cambiarán nuestro mundo, eso es una gran responsabilidad.




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