martes, 3 de febrero de 2015

EL MIEDO A HABLAR EN PÚBLICO

Probablemente el miedo a hablar en público sea el más común de todos los miedos. Desde una ligera inquietud hasta una intensa fobia, hablar en público nos pone a prueba a todos.

Pero, ¿por qué? ¿cómo se genera ese miedo?

Probablemente sólo hay dos miedos innatos:
-a caer o perder el equilibrio
-a los ruidos fuertes

Todos los demás miedos son aprendidos  a partir de experiencias o de ver a otras personas pasar por esas experiencias, especialmente durante nuestro primeros años de vida.

Ese día en el colegio en que hablaste ante la clase y algo fue mal, o simplemente fue otro niño el que pasó un mal rato y asumiste que te podía pasar a ti, ese fiesta familiar en que te obligaron a decir una poesía y te sentiste forzado... Pasamos desde niños por muchas experiencias que hacen de detonante pero, es a partir de los 4 o 5 años, cuando aparece el sentimiento de vergüenza y alguna de esas experiencias produce un"imprinting", una huella emocional. A partir de entonces , las situaciones que nos hacen revivir esa sensación emocional desagradable, las vivimos con angustia, incluso antes de que ocurran.

Cuando anticipamos un peligro, es porque a partir de una sensación emocional incómoda empezamos a anticipar el peor de los escenarios futuros posibles.

Cuando me proponen hablar en público y siento ese nudo en el estómago, todo lo que imagino que pasará está influenciado por esa angustia. Por lo tanto montaré un escenario terrorífico en el que todo sale mal, Esa anticipación aumenta mi angustia y el círculo vicioso está servido.



La respuesta común de todos los animales ante un peligro real o percibido suele ser:
-lucha
-huida
-parálisis

En el caso de hablar en público:
- la "lucha" provoca un gran desgaste al orador, está tenso, agresivo, no admite que se le cuestione.
- la huida suele ser desde negarse, hasta enfermar poco antes, o quedar sin voz, hasta hacer una presentación en público lo más breve, rápida y desapercibida posible.
- la parálisis, nos deja "congelados" en el escenario, lentos, torpes, sin recursos.

Además, se suele cumplir la ley de "la profecía autocumplida". Si subo a un escenario angustiado y temeroso, mi voz sonará débil y entrecortada, mi explicación será más confusa, el público me mirará extrañado y eso aumentará mi sensación de fracaso hasta que mi peor escenario se haga realidad, el feed-back negativo de la actitud del público empeora mi actuación. YO soy el que está haciendo que sea así.
Y eso reforzará  mi creencia de que "yo no sé hablar en público".



Por lo tanto, el primer paso cuando estamos en un aprendizaje o terapia para aprender a hablar en público será cambiar esa emoción inicial de miedo por una emoción positiva de seguridad. Con el método correcto es más fácil y rápido de lo que parece.

A partir de esa emoción de seguridad, construimos un escenario anticipado mucho más amable, donde nos podemos permitir errores sin que sean un fracaso, donde el público no es un peligro y donde nuestra exposición es clara y estructurada.

Una vez resuelta la parte emocional es donde las técnicas habituales de oratoria funcionan:
- prepararse bien la exposición
- conocer bien el tema
- llegar con tiempo
- tener recursos alternativos en caso de fallos técnicos ( informática, sonido, sala...)
- ser flexible y adaptable a la audiencia
- tener sentido del humor ante errores o complicaciones
- etc.

Como refuerzo a todo esto están los recursos comunicativos: calidad de la voz, movimiento, rapport grupal, lenguaje, estructura del discurso, apoyos gráficos, etc. que se aprenden en los cursos de comunicación.

Pero el primer paso imprescindible es el emocional, todo lo demás que aprendas ayudará, incluso puede dar la apariencia al público de que lo haces bién, pero nunca disfrutarás si no te sientes relajado y centrado.

Cuando disfrutas de la situación y dominas el tema, el público hace que te crezcas, que saques lo mejor de ti y supone un refuerzo positivo para próximas ocasiones.  ¡Y TE DIVIERTES !

Un buen curso de comunicación, debe empezar por las emociones y acabar con las técnicas.





Jordi Reviriego