Esta parábola de Buda, ilustra muy bien lo que quiero decir:
"Hubo una vez un hombre que fue herido por una flecha envenenada. Sus familiares y amigos le querían procurar un médico, pero el hombre enfermo se negaba, diciendo que antes quería saber el nombre del hombre que lo había herido, la casta a la que pertenecía y su lugar de origen. Quería saber también si este hombre era alto, fuerte, tenía la tez clara u oscura y también requería saber con qué tipo de arco le había disparado, y si la cuerda del arco estaba hecha de bambú, de cáñamo o de seda. Decía que quería saber si la pluma de la flecha provenía de un halcón, de un buitre o de un pavo real... Y preguntándose si el arco que había sido usado para dispararle era un arco común, uno curvo o uno de adelfa y todo tipo de información similar, el hombre murió sin saber las respuestas."
Hay psicoterapias que ponen el foco a encontrar explicación a como nos sentimos, otras a cambiar cómo nos sentimos.
Cómo en la parábola, arrancarse la flecha dejar sangrar la herida y minimizar el daño del veneno es mucho más sanador que entender lo que ha pasado.
Cuando algo deja de hacernos daño, entendamos o no en profundidad todo el proceso, damos un paso adelante, quedamos más ligeros, más libres. Entender lo que nos pasa no produce cambios por sí mismo, al contrario puede reforzar el mecanismo que nos daña. Sabemos demasiado de lo que nos gustaría cambiar y estamos peor.
Independientemente de la corriente terapéutica, cada terapeuta tiene sus propias creencias y objetivos inconscientes ante cualquier persona. Creo que si estos objetivos priorizan el cambio emocional a la comprensión racional, los resultados son mejores, mucho más rápidos y más sólidos.
Clarísimo y concreto este recurso...muchas veces nosotros terapeutas no tenemos clara esta diferencia cuando trabajamos..gracias Jordi
ResponderEliminar