martes, 20 de marzo de 2012

¿Somos normales?

¿Cuántos de vosotros habéis deseado la muerte de un ser querido?¿es normal? -luego lo vemos-.

El concepto de normalidad aplicado a la psicologia humana es algo de lo más confuso y escurridizo.

La definición de diccionario más relacionada con lo que nos ocupa, diria algo así como que "la normalidad  es el término por el que es conocido cualquier ser vivo que carece de diferencias significativas con su colectivo" y desde el punto de vista estadístico "que hace referencia al promedio aceptado".

Hasta aquí parece fácil. Normal, es el que es como los demás y cercano al promedio. Pero claro cuando hablamos de psicologia o de comportamiento  humano lo que no está tan claro es ¿como son REALMENTE  los demás?

Si seguimos fieles al concepto de normalidad corremos el riesgo de hundir los fundamentos de la sociedad entera, porque lo que se considera socialmente normal habitualmente no es el promedio, sino la excelencia. Por lo tanto la mayoria somos "anormales". Me explico, ¿qué porcentaje de la población es "moralmente normal" , "sexualmente normal", "emocionalmente normal" "legalmente normal" , "biológicamente normal", "físicamente normal"? Considerando el promedio: la mayoría (por definición), pero si usamos criterios más reales con los que juzgamos la normalidad de los demás, para los que tener pensamientos impuros no es aceptable, el adulterio no es aceptable, estafar a hacienda , ser  envidioso, vengativo, mentiroso, bajito, etc. etc. resulta que casi nadie escapa a la "anormalidad". Aquí entra en juego nuestro mecanismo de defensa psicológico en el que tenemos un doble juicio : nuestras rarezas son variantes aceptables y justificadas de la normalidad y las de los demás son rarezas genuinas y criticables. Y eso mantiene cuerdo a medio mundo. Cuando eso falla, y empezamos a criticarnos duramente a nosotros mismos, estamos a las puertas de la psicopatologia, y este es el motivo principal de este artículo, este punto de equilibrio interior que nos permite ser jueces benévolos de nosotros mismos y de los demás.

La mayoría de las personas se consideran a sí mismas más normales que los que les rodean y pretenden que todos los demás se ajusten a SU criterio de normalidad.

Es un delicado equilibrio entre ser una sociedad hipócrita, puritana, perfecta o una sociedad de psicópatas en la que cada uno es como es, sin importarle lo que piensen los demás o cómo les afecte. Y entre estos dos extremos estamos casi todos, espero...

Si lo normal es el promedio, el adulterio, infringir las normas de tráfico, ser egoista , estar triste ,ser  mediocre o estar obeso debería ser lo normal en la mayoria de sociedades ¿no es así?

Volvemos a la pregunta inicial:

¿Cuántos de vosotros habéis deseado la muerte de un ser querido? Mi experiencia, como médico, responde que casi todos los que han tenido un ser querido en estado terminal. Pero como "lo normal" es no pensar eso ( por motivos éticos, religiosos, incluso legales) , todos los que lo piensan se sienten mal en mayor o menor medida porque no creen normal su comportamiento.

¿Cuántos habéis deseado o tenido una relación sexual socialmente reprobable? ¿Cuántos habéis robado algo, o dejado de pagar algo? ¿Cuántos han deseado morirse en algún momento de sus vidas? ¿Cuántos tienen impotencia o anorgasmia? ¿Cuántos desearían que alguien desapareciera de sus vidas "como fuera"?...podríamos hacer miles de preguntas como estas y públicamente negaríamos lo que en privado reconoceríamos. Y eso genera esa falsa  imagen de normal= perfecto. Si normal es el promedio, la normalidad nos resultaría casi insoportable. Nuestras figuras idealizadas (padres, maestros, mentores, amigos, parejas...) de repente serían de un normal aterrador que quizás no estamos preparados para aceptar.

Bueno, si he logrado confundiros lo suficiente, en este punto os merecéis un poco de luz al final del túnel.

Desde la perspectiva del constructivismo, vivimos en una realidad interna construida por nosotros a través de nuestros registros de experiencia previas, de los aprendizajes, de las interacciones de los demás y de nuestra propia remodelación interna continua. Y esa evolución interna va cambiando de manera dinámica a medida que tenemos nuevas experiencias que cambian nuestras creencias. Yo puedo tener un prejuicio sobre los judíos haste que conozco a tres que no lo cumplen y eso cambia mi creencia sobre todos. Yo creo que jamás me enamoraría de alguien de otra raza, hasta que pasa y cambia mi creencia. Y todo eso hace que lo que considero normal evolucione sin parar, más cuanto más flexible sea uno de base, claro está, y más rápidamente cuantas más experiencias "correctoras" nos arriesguemos a tener.

Cuanto más amplio y flexible sea nuestro modelo interno del mundo, más amplio será el concepto de normalidad que apliquemos sobre nosotros mismos y sobre los demás. En el otro extremo estarían los integristas que sólo consideran normal su rígido modelo del mundo y no aceptan ni la duda.

Cuanto más abiertos estamos a aceptar los modelos ajenos sin juzgarlos, más amplio y rico es nuestro propio mapa del mundo y mejor nos manejamos en él. La normalidad deja de ser una estrecha franja que no cumple casi nadie, para ser algo mucho más amplio que abraza a la mayoría de los individuos ( y de nuestros comportamientos) . Esto genera una mayor aceptación de nosotros mismos y de los demás y  cambiamos la palabra "raro" por "diferente", "interesante", "curioso"... con lo que estamos más disponibles para tener nuevas experiencias que amplien más y más nuestro concepto de normalidad. Y os advierto que el proceso es adictivo y cada vez quieres mas y más y te sientes mejor por ello.

Y eso es muy importante en la psicoterapia. Si el terapeuta considera normales a sus clientes, entendiendo sus comportamientos en el contexto y modelo de mundo en el que se producen, y creyendo que todo comportamiento tiene una intención positiva para quién lo hace, es mucho más fácil acompañar a esa persona hacia el cambio que desea, sin juzgar su estado actual ni su adónde desea llegar. Eso exige una gran flexibilidad de pensamiento, y aceptar que la normalidad no es la perfección, ni tan siquiera el promedio, que lo normal, entendido en su particular contexto, puede serlo casi todo.

No hablo de verdades universales, sólo de conceptos muy útiles para manejarse mejor por la vida.



Jordi Reviriego.



3 comentarios:

  1. Es articulo interesante!

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  2. Hace poco escribí algo acerca de eso, de la parametrización de lo normal. Una crítica al avance a pasos de gigante de la ciencia, como la realidad se construye a partir de ese afán por medirlo todo. El DSM es una prueba de ello. El DSM-II decía que la transexualidad y la homosexualidad era una enfermedad mental, hasta que punto los científicos, psiquiatras, psicólogos que crean estos manuales están marcados por sus valores intrínsecos hasta llegar al punto de que estos se reflejan en sus estudios.

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    1. Me gusta tu comentario y lo comparto. Puede que el DSM, concretamente, esté más marcado por los valores en bolsa de las farmacéuticas que por valores personales.Si existiera desde hoy un fármaco "heterosexualizante" , doy por seguro que la siguiente revisión del DSM incluiría la homosexualidad como una enfermedad tratable, para poderlo vender. Si los que hacen esos manuales estuvieran realmente influidos por sus valores, veriamos como cada vez habría menos patologias y una normalidad mucho más flexible. ¿Pero claro quién se atreve a airear una parte oscura de su personalidad en una reunión de psiquiatras? Te apedregarían antes de admitir que algunos de ellos también son así. Hopocresia=lubricante social ( probablemente imprescindible...)

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