viernes, 10 de agosto de 2012

LA HIGUERA GIGANTE, un cuento de la selva de Australia.

El género Ficus, engloba a todas las higueras del mundo, desde nuestros higos comestible ( Ficus carica) hasta el conocido Ficus elástica, benjamina, lyrata, etc como planta de interior. Por su adaptabilidad, fuerza y variedad, este género ha triunfado en todo el mundo , tanto en la naturaleza , como entre los humanos.

Este cuento ,  de los aborígenes australianos, trata de la historia de un árbol muy especial, un Ficus macrophylla,  baniano australiano o higuera de la bahía de Moreton , en Queensland, Australia.

Para que entiendas la historia debo antes contarte algunas cosas sobre este gigante.

Se trata de un árbol enorme, que puede alcanzar sesenta metros de alto por cincuenta de ancho, con cientos de raíces aéreas que lo apuntalan formando nuevos troncos, un verdadero Goliat vegetal.




Lo más interesante es su estrategia para sobrevivir en la espesa selva. El mayor problema de ser un árbol joven en la selva, es la falta de luz para crecer hasta alcanzar el dosel de hojas que forma el techo de la jungla. Nuestro ficus tiene una ingeniosa estrategia: los higos son comidos por los pájaros que tras digerirlos los depositan en las ramas más altas de otros árboles y es allí, y no en el suelo, donde germinan. Entonces, disponiendo de toda la luz del sol, lanzan largas raíces desde la copa del árbol hasta el suelo de la selva donde arraigan , se fortalecen y logran sostenerse por sí mismos, es como empezar la carrera en el primer puesto y luego solo luchar por mantenerse ahí.

Pues bién, en  Queensland, había un viejo aborigen de rizado pelo gris y tez oscura llamado Taree, que curiosamente significa higuera salvaje, según supe años más tarde, que contaba historias fascinantes sobre sus antepasados, sobre la selva, sobre cocodrilos...y esa noche contó una sobre la higuera gigante de su selva.



Contó que durante un trance en una danza ritual tuvo la visión de un zorro volador ( es un murciélago enorme de Australia...) contándole una historia sobre una higuera gigante, que lloraba amargamente. El animal se colgó en una de sus ramas y le preguntó qué ocurría. El árbol no sabia explicar lo que le pasaba, tan solo musitaba que había algo en ella que no funcionaba, se sentía extraña, como si en lo más profundo de su tronco hubiera un hueco por llenar. El zorro le preguntaba, pero ¿como siendo tu el ser más poderoso de este bosque te sientes así? Ella respondía: pero yo no soy en absoluto poderosa, he llegado aquí haciendo trampa, naciendo ya en una rama soleada. El zorro replicaba ¿ y qué ? acaso no requirió esfuerzo alargar tus raíces hasta el suelo? Sí, pero era fácil, sólo dejarlas caer, no tiene mérito en comparación al árbol que crece desde el suelo sujetándose por si solo des de que nace.

¿Acaso tu no te has sujetado sola? decia el zorro- Bueno sí, pero no con mi propio tronco.
Pero mirate ahora, poderosa, ¡alimentando a los pájaros de la selva! Y ella replicaba- Sí pero no lo hago por ellos, sólo para que repartan mis semillas.
¡Cielos! -se desesperaba el zorro, si tu eres la envidia de medio bosque, tus poderosas raíces, tus fuertes ramas, tus dulces frutos, das cobijo y alimento, das sombra y frescor, me ofreces a mi una rama donde colgarme a descansar...
Y ella como siempre respondía, si, pero debí crecer desde el suelo y hacer las cosas bién desde el principio, quizá así ese vacío en mi interior no existiría.
El zorro, de repente se dió cuenta de lo que ocurría, su tronco, formado por muchas raíces fusionadas no era macizo como los otros árboles, tenía infinitos huecos y hendiduras, que los animales del bosque utilizaban como refugio, donde las orquídeas florecían en cientos de colores, donde se acumulaba el agua de la lluvia para dar de beber a los seres sedientos. Ese vacío, ¡era un espacio tan importante para todo el bosque!

Así que el zorro le dijo al espíritu del arbol: súbete a mi espalda y ven a ver algo desde otra perpectiva, tu siempre has mirado hacia el cielo, ahora vas a verte des de abajo.

Y el zorro volador, con el espíritu del árbol a cuestas voló y voló entre sus ramas, entre sus raíces aéreas que formaban troncos, espacios vitales para otros seres, vida en todo su esplendor protegida entre los recovecos del immenso tronco. Raíces como lianas que permitían subir y bajar a las zarigüeyas. Le mostró como sus raíces ahondaban en la fértil tierra hasta lo más profundo de la tierra mientras sus ramas se extendían hasta el cielo y su tronco, fuerte y flexible comunicaba ambos mundos dando sentido a todo. Este vuelo de comprensión transformó a la higuera completamente, pudo ver su totalidad, su historia, su misión, pudo conectar con los demás de una nueva manera, pudo entender su propia historia de un modo nuevo, mucho más adecuado para ella y comprendió por fin quién era realmente.

-Y es que no importa como hemos llegado hasta aquí, sino lo que hacemos AHORA, para merecer estar aquí, dijo Taree riendo en una carcajada con pocos dientes y mucho ruido.
















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