Benvinguts / Bienvenidos

Benvinguts a un espai on fer-se preguntes, qüestionar les nostres veritats, fer crítica constructiva. Ser dissidents d’aquest sistema vol dir fer propostes des del dubte i l’esperança.



martes, 22 de abril de 2014

FACEBOOK Y EL SECRETO : CONSTRUCTIVISMO RADICAL

Vamos a explicar este extraño título paso a paso.

Primero: ¿qué es el constructivismo radical?

La psicologia constructivista argumenta que lo que el individuo considera real es una construcción subjetiva de su mente, es decir, una interpretación de la realidad externa. Esta interpretación afecta a la realidad externa mediante nuestras acciones condicionadas a lo que damos por real. Por lo tanto, "creamos" nuestra realidad. Cada persona, tiene su punto de vista de la realidad que observa y lo convierte en "su" realidad. Damos a las experiencias un significado, como si lo tuvieran por sí mismas.

La psicologia constructivista se refiere al modo como los individuos generan sistemas para comprender su mundo y sus experiencias. Lo que en psicologia, parafraseando a Korzybski llamamos MAPA, como nuestra versión interna del "TERRITORIO" externo, que nos sirve para manejarnos en él.

Dentro del constructivismo tenemos el :

Crítico: admite una realidad externa a la que nuestros constructos internos se aproximan en diferente grado.
Radical: no consideran que haya ninguna realidad más allá de la experiencia humana. Lo que llamamos                       realidad es un constructo del ser humano.

El famoso libro "El Secreto" surge de una interpretación del constructivismo radical, en un contexto de filosofia New Age y un insustancial apoyo de la física quántica explicando que el observador cambia la realidad que observa cuando observa fotones. Con todo ese cóctel y un toque mágico, propone un método infalible para conseguir cualquier cosa. Cabe decir que a la autora le ha funcionado...


En este libro se defiende que nuestra mente es un generador de realidad literalmente, de manera que lo que pensamos se materializa en nuestro entorno como real. Si pienso en un Ferrari, aparecerá en mi garaje.

Desde el constructivismo podríamos decir que si me gusta mi coche y lo vivo como un Ferrari, tengo un Ferrari en mi realidad independientemente de lo que tenga en mi garaje. Por tanto, el coche es lo de menos, es mi realidad construida la que me hace tener o no un Ferrari en mi interpretación de la realidad.


Como el hipocondríaco que vive y sufre enfermedades que no tiene desde el punto de vista del médico, pero que para él son completamente reales.

Bién, ¿y qué pinta Facebook en todo esto?

Para los más escépticos sobre el constructivismo tenemos Facebook como ejemplo dinámico de todo lo dicho. 

Facebook es una realidad virtual que cada uno de nosotros creamos desde cero. Allí nos "inventamos" un perfil mostrando las partes de nosotros que queremos mostrar dando una imagen concreta de nosotros. Mientras algunos perfiles son estrictamente profesionales y no nos dicen nada de los aspectos personales, otros es justo lo contrario, no nos muestran su trabajo, pero nos cuentan hasta lo que comen o que tal van al lavabo...¡ incluso en tiempo real ! A veces ese perfil es un producto pensado y calculado, otras veces es mucho más espontáneo e improvisado, a veces incluso es totalmente falso, otras es lo que nos gustaría ser, o lo que fuimos, o lo que esperamos ser...y un largo etc.

Y en este contexto de "personajes" más o menos reales según el caso, nos configuramos un universo virtual donde nuestro personaje se relaciona. Según con quién te relacionas y en que páginas das tus "like" , facebook te ofrece una realidad que tu mismo has creado. Si luego piensas que en tu Facebook todo son malas noticias, o sólo se habla de política o todo son consejos de cocina, ¡tú te lo has creado!

Es interesante como cada uno se construye un mundo en Facebook, crea una realidad en la que hay muchos temas, o sólo es un monográfico de un tema concreto, o sólo tienen amigos íntimos o están abiertos a gente desconocida, etc. 

Es más, construimos una realidad sobre cada "personaje" de Facebook, al estilo del Mito de la Caverna de Platón. Sólo vemos la parte de su sombra que quieren mostrar y lo damos por real, los llamamos "amigos" de Facebook. A veces parece que hayan dos personas distintas, mi "amigo de Facebook" y la misma persona cuando la veo en carne y hueso...lo que ya no tengo claro es cual es más real...


Por lo tanto , hasta aquí ¿estamos de acuerdo en que en Facebook creamos realidad ?

A veces decimos "en FB todo son tonterías", en lugar de decir "con la gente y páginas que me aportan posts en FB no he conseguido crear un entorno interesante para mi". Es decir no nos responsabilizamos de nuestra propia obra.

¿Acaso todo lo dicho para Facebook no es igual en nuestras vidas "reales"? 

Creamos una imagen social que ofrecemos , y que además cambia según el entorno y el momento. Seleccionamos, muchas veces inconscientemente, con quién nos relacionamos, qué noticias leemos, en que entorno nos movemos, que capacidades adquirimos, etc. y al resultado de todas esas elecciones lo llamamos REALIDAD como algo externo a nosotros, ¿no es de locos?

Construimos nuestro mundo y no nos responsabilizamos del resultado. Si no admitimos que si yo lo he creado, puedo "descrearlo", no nos sentimos capaces de cambiar la realidad y caemos en la queja y el victimismo. El victimismo es pasivo por definición , es "indefensión aprendida", yo no puedo cambiar el mundo.

Pero lo cierto es que yo he creado mi entorno, mis relaciones, la mayor parte de mis problemas y tengo en mis manos las decisiones que pueden cambiar todo eso. Si crees que no puedes cambiar de trabajo, de pareja, de vida, de país, de aficiones, de amigos, en definitiva: de realidad, nunca harás esos cambios aunque los desees. Aquí es donde la psicoterapia o el coaching tienen su papel.

Cuando vemos ejemplos inspiradores de gente que ha dado un giro completo a su vida y han pasado de ser cajeros de supermercado en Europa a monitores de submarinismo en el Caribe, tengamos claro que esas personas cambiaron totalmente su realidad porque así lo decidieron, nada más. 

Desde el constructivismo radical de Watzlawick, para cambiar la realidad ( entendida como una interpretación subjetiva) , tengamos en cuenta como la construimos:
-realidad de primer orden: lo que ven nuestros sentidos
-realidad de segundo orden: nuestra interpretación subjetiva de la realidad de primer orden. 

Citando a Epícteto "no son las cosas lo que nos inquieta sino la opinión que tenemos de ellas"

Y Virginia Satir añadía una realidad de tercer orden: cómo nos hace sentir la realidad de segundo orden.

Con todo esto, si queremos cambios: o cambiamos lo que hay fuera, o cambiamos como interpretamos lo que hay fuera , o cambiamos como nos hace sentir lo que damos por real.

Cualquiera de los tres puntos lo cambiarán todo de un modo sistémico. Si dejo de necesitar la aprobación de mi jefe para sentirme bien, mi construcción acerca de lo que mi jefe es y significa para mi cambiará, eso cambiará mi autoestima y como me siento en mi trabajo actual y hará que pueda cambiar de trabajo fácilmente cuando lo decida. Por lo tanto si cambia la emoción, cambia la interpretación y eso cambia la realidad en la que vivo independientemente de si cambia mi entorno o no.

 Ese es "El Secreto", para mi , ¡claro!

Si tu eres responsable de tu realidad, eres libre. No busques culpables, busca ayuda, si la necesitas, para aprender ejercer tu responsabilidad sobre ti mismo.






Jordi Reviriego.


sábado, 8 de marzo de 2014

10 errores comunes que cometemos los padres de hoy en día.

Esta vez os transcribo esta entrevista de KARI KUBISZYN KAMPAKIS al psiquiatra Paul Bohn, por su sencillez y , a mi modo de ver, acertados puntos de vista. 

Aconsejo aprovechar para hacer una práctica de autoconsciencia ( los que habéis hecho formaciones conmigo ya tenéis experiencia en este tipo de observación ): una lectura consciente , es decir, observando que emociones y sensaciones corporales aparecen al leerlo. Seguramente cuando un punto te indigne o estés en total desacuerdo , es porque "te ha tocado". Vuelve tu mirada hacia ti mismo, con calma, sin juzgar y aprende de lo que veas en ti. Puede que te muestre algo interesante a madurar en ti, quizás de tu infancia, quizás de como educas hoy a tus hijos, quizás una incongruencia entre lo que crees y lo que haces, quizás te descubras protegiendo a tu hijo de algo que te pasó a ti, compensándole por lo que crees que te faltó a ti... 

Cuando simplemente no estás de acuerdo con algo , pero no "te toca" no sientes nada especial, no hay aprendizaje profundo ahí para ti, pero cuando te incomoda de verdad, no te enfades con la opinión, cuídate de atender el porqué eso ha despertado un enfado en ti, ahí está un aprendizaje muy valioso.

"Los hijos son el mejor espejo para que los padres aprendan sobre sí mismos y maduren"



Cuando iba a ser mamá por primera vez, me dieron un montón de consejos. Pero, hasta hace unos pocos años, no hubo nadie que me comentara que querer a un niño significa querer lo mejor para él a largo plazo.

Cuando mis cuatro hijas eran pequeñas, el largo plazo no entraba en mis planes. Lo único que importaba era sobrevivir, cubrir las necesidades diarias y evitar que nos llegara el agua al cuello.

Sin embargo, ahora que mis hijas están madurando, parece que la niebla va despejándose. Ya no soy una advenediza, sino una adoctrinada más del club. Lo bueno que tiene esta fase es que mis hijas ahora quieren pasar más tiempo conmigo. Tenemos conversaciones reales que revelan una personalidad poderosa. Lo de que duerman toda la noche del tirón también ayuda. Puedo pensar las cosas con coherencia y tomar mejores decisiones sobre su educación.

Ahora, tengo más en cuenta la idea de a largo plazo. Pienso en el tipo de personas adultas en las que espero que mis hijas se conviertan, y para eso, siempre me pregunto: "¿Qué puedo hacer hoy para fomentarlo?". Ser consciente de su futuro ha cambiado mi paradigma como madre, porque lo que hacía felices a mis hijas cuando tenían 10 o 15 años no es exactamente lo mismo que las hará felices con 25, 30 o 40 años.

Hace tiempo, me topé con algunos artículos y libros interesantes que examinaban lo que los psicólogos observan en la actualidad: cada vez más veinteañeros están deprimidos y no saben por qué. Estos jóvenes adultos afirman que su infancia fue espectacular. Sus padres son sus mejores amigos. Nunca han experimentado una tragedia en sus vidas ni nada que se salga de cualquier decepción habitual. Pero, por alguna razón, son infelices.

Una de las razones que se dan es que los padres de hoy en día se precipitan enseguida. No queremos que nuestros hijos se caigan, por lo que, en vez de dejarles que experimenten la adversidad, les allanamos el camino. Apartamos cualquier obstáculo con tal de hacerles la vida más fácil. En cambio, la adversidad forma parte de la vida, y nuestros hijos tendrán que enfrentarse a ella si queremos que desarrollen habilidades que serán necesarias para que continúen su camino. Así que, aunque parece que les estemos haciendo un favor, en realidad les estamos obstaculizando el camino, su crecimiento. Estamos anteponiendo las recompensas a corto plazo sobre el bienestar a largo plazo.

"Tus hijos no tendrán éxito gracias a lo que hayas hecho por ellos, sino gracias a lo que les hayas enseñado a hacer por sí mismos". Ann Landers


En un artículo se menciona que muchos decanos utilizan el apodo de "tazas de café" (por su fragilidad ante cualquier contratiempo) para referirse a los chicos recién llegados a la universidad. La pregunta es la siguiente: "¿Acaso estamos impidiendo que nuestros hijos sean felices de mayores por el hecho de protegerles de la infelicidad cuando son pequeños?".

Esta es la respuesta del psiquiatra Paul Bohn:

Muchos padres hacen lo que sea con tal de evitar que sus hijos sufran cualquier tipo de incomodidad, ansiedad o decepción; cualquier cosa poco agradable. Y, como consecuencia, cuando se hacen adultos y experimentan las frustraciones normales de la vida, piensan que el mundo se les viene encima, que hay algo que va mal, muy mal.

Estoy compartiendo esta información con vosotros porque creo que tiene mucha relevancia en esta época de sobreprotección parental. Aunque me parece muy bien que los padres de hoy en día se impliquen más en la vida de sus hijos, esta implicación no debería extralimitarse. Lo que a veces se define como señal de ser buen padre puede resultar nocivo para nuestros hijos cuando pase un tiempo. Es necesario que seamos conscientes de ello; si no, estaríamos complicando sus vidas aunque nuestro fin sea justo lo contrario.

Mi filosofía favorita sobre la paternidad dice así: "Prepara a tu hijo para el camino, no el camino para tu hijo".

Dicho esto, he elaborado una lista con los diez errores más comunes que cometen los padres en la actualidad (incluyéndome a mí). No tengo la intención de señalar con el dedo a nadie, sino de que la gente tome conciencia. Lo que se inculca en nuestra cultura no siempre es lo mejor para nuestros hijos.

Error nº 10: Adorar a nuestros hijos
Muchos de nosotros vivimos en comunidades que se desviven por los hijos. Los estamos criando en hogares completamente centrados en ellos. A nuestros hijos les encanta, claro está, porque nuestras vidas giran en torno a ellos. A la mayoría de nosotros tampoco nos importa, porque su felicidad es la nuestra. Nos entusiasma hacer cualquier cosa por ellos, comprarles cosas, cubrirles de amor y de atenciones.

No obstante, creo que es importante tener en cuenta que nuestros hijos han sido creados para ser amados, no idolatrados. Por tanto, cuando les tratamos como si fueran el centro del universo, creamos un falso ídolo. En vez de un hogar centrado en los niños, deberíamos intentar centrarnos más en el amor. Así, nuestros hijos se sentirán queridos, pero entenderán que en el amor, el altruismo va por encima del egoísmo.

Error nº 9: Creer que nuestros hijos son perfectos
Una cosa que suelo oír de los profesionales que trabajan con niños (orientadores o maestros) es que los padres de hoy en día no quieren oír nada negativo sobre sus hijos. Cuando se menciona la palabra preocupación, o problema, la reacción suele ser atacar al mensajero.

La verdad a veces duele, pero cuando escuchamos con la mente y el corazón abiertos, nos mostramos dispuestos a mejorar. Así, podremos intervenir antes de que la situación se nos vaya de las manos. Es más fácil tratar a un niño problemático que reparar a un adulto destrozado.

Una psiquiatra del centro médico Children's of Alabama me contó hace poco que en la depresión adolescente, resulta clave intervenir con rapidez, puesto que se puede actuar sobre la trayectoria de la vida de un niño. También me dijo que este es el motivo por el que disfruta de la terapia de niños y adolescentes, pues los niños son resilientes, y es mucho más fácil intervenir de forma efectiva cuando aún son jóvenes, ya que cuando el problema continúa durante muchos años se incorpora como parte de la identidad de la persona.


Error nº 8: Vivir a través de nuestros hijos. 
Los padres nos sentimos muy orgullosos de nuestros hijos. Cuando consiguen algo, nos hace más felices que si lo hubiéramos conseguido nosotros mismos.

Lo cierto es que si nos implicamos demasiado en sus vidas, nos resultará más complicado ver dónde acaban ellos y dónde empezamos nosotros. Cuando nuestros hijos se convierten en una extensión de nosotros, puede que los veamos como nuestra segunda oportunidad. Pero, no se trata de ellos, sino de nosotros. Llega un momento en el que su felicidad empieza a confundirse con la nuestra.


Error nº 7: Tratar de ser el mejor amigo de nuestro hijo. 
Cuando le pregunté a un sacerdote cuál era el mayor error que cometen los padres, estuvo pensándolo un momento y luego contestó: "El problema ocurre cuando los padres dejan de ser padres y no son capaces de asumir sus responsabilidades, aunque a veces cueste".

Como todo el mundo, quiero que mis hijos me quieran. Quiero que reconozcan mis méritos y me tengan cariño. Pero si quiero hacer bien mi trabajo, tengo que aceptar que se enfaden y que a veces no les gusten mis decisiones. Pondrán los ojos en blanco, se quejarán y desearán haber nacido en otra familia.

Pero, tratar de ser el mejor amigo de tu hijo solo puede llevar a una permisividad excesiva, y a que tomes decisiones desesperadas por temor a no contar con su aprobación. Esto no es amor, sino necesidad.

Error nº 6: Entrar en una competición por ser el mejor padre. 
Todos los padres llevan algo de competitividad en las venas. Lo único que necesitan para despertar al monstruo es que otro padre ponga a su hijo por encima del tuyo.

He oído muchas historias de este tipo que tienen lugar en patios de colegio; historias de amistades rotas y traiciones en las que se entrometieron familias completas y la cosa acabó mal. En mi opinión, el origen se encuentra en el miedo. Tememos que nuestros hijos se queden aparte. Tenemos miedo de que, si no nos ponemos serios e intervenimos para pararle los pies a cualquiera, se sumirán en la mediocridad para el resto de su vida.

Creo que los niños tienen que esforzarse y entender que los sueños no se cumplen así como así, que para ello tienen que trabajar y luchar. No obstante, si fomentamos una actitud de ganar cueste lo que cueste y les permitimos que empujen a otros niños para conseguir ser los primeros, la cosa se nos está yendo de las manos.

Es verdad que en la adolescencia el carácter no nos parece tan importante; en cambio, cuando somos adultos, el carácter lo es todo.

Error nº 5: Olvidarnos de lo maravilloso que es ser niño. 
El otro día descubrí una pegatina de Tarta de Fresa en el fregadero, lo que me hizo recordar la alegría de vivir con niños.

Llegará un día en que deje de haber pegatinas en el fregadero. Ya no habrá Barbies en la bañera, ni muñecas en mi cama, ni Mary Poppins en el DVD. Las ventanas estarán limpias, sin huellas, y la casa estará tranquila porque mis hijas saldrán con sus amigos en vez de quedarse en el nido.

Criar a niños pequeños puede ser un trabajo duro y monótono. A veces, es tan agotador física y emocionalmente que nos encantaría que se hicieran mayores cuanto antes. Por otra parte, también tenemos curiosidad por saber cómo será su crecimiento. ¿Cuáles serán sus pasiones? Como padres, esperamos poder descubrir sus dones, para saber aprovechar sus puntos fuertes y animarles a que sigan por la buena dirección.

Pero, cuando proyectamos su futuro, y nos preguntamos si ese gusto por el arte le convertirá en Picasso, o si su voz melodiosa hará de ella una Taylor Swift, podemos llegar a olvidarnos de disfrutar de lo realmente bueno: los cuentos de antes de dormir, los pijamas de una sola pieza, las cosquillas en la tripa y los gritos de alegría. A veces, nos olvidamos de dejar que nuestros hijos se comporten como niños y disfruten de su infancia.

La presión sobre los niños comienza demasiado pronto. Si queremos echar una mano a nuestros hijos, tenemos que protegerles de estas presiones. Hay que dejar que disfruten y crezcan a su propio ritmo, así que, en primer lugar, deben explorar sus intereses sin miedo al fracaso y, en segundo lugar, no tienen que sentirse agobiados.

La infancia es un momento de juegos y de descubrimientos. Cuando metemos prisa a los niños, les estamos robando una etapa inocente por la que nunca volverán a pasar.

Error nº 4: Criar al hijo que queremos, y no al que tenemos.
Como padres, nos creamos una imagen propia de nuestros hijos. Esta imagen comienza a confeccionarse en el momento del embarazo, antes incluso de saber el sexo del bebé. En secreto, deseamos que el niño se parezca a nosotros, pero un poco más inteligente y con más talento. Queremos ser su ejemplo, y modelar su vida siguiendo el patrón de la nuestra.

Sin embargo, los niños suelen seguir su propio modelo y, además, desconfiguran los nuestros. Al final, son como nunca los imaginamos. Nuestro trabajo consiste en descubrir sus dones innatos, y en tratar de guiarlos por el buen camino. Ante todo, inculcarles nuestros propios sueños no va a funcionar. Solo si entendemos quiénes y cómo son, podremos tener un impacto en sus vidas.

Error nº 3: Olvidar que los hechos pesan más que las palabras. 
A veces, cuando mis hijas me preguntan algo, me dicen: "Por favor, responde en una frase". Me conocen bien, y saben que aprovecho cualquier lección de la vida diaria y la convierto en un momento de aprendizaje. Quiero que tengan sabiduría, pero de lo que a veces me olvido es de que mis ejemplos ensombrecen mis palabras.

Cómo respondo al rechazo y a la adversidad... Cómo trato a mis amigos y a los desconocidos... Si me peleo con su padre o si nos apoyamos mutuamente... Ellas se dan cuenta de todas estas cosas. Y mi actitud les da permiso para comportarse de la misma manera.

Si quiero que mis hijas sean maravillosas, yo también tengo que aspirar a lo mismo. Tengo que ser la persona que espero que sean ellas.


Error nº 2: Juzgar a otros padres... y a sus hijos. Independientemente de lo mucho que difieras en la forma de educar que tienen otros padres, no es tu misión juzgarlos. Nadie es completamente bueno ni completamente malo; todos somos un poco de todo, todos luchamos contra nuestros propios demonios.

Personalmente, tiendo a ser más benevolente con otros padres cuando yo lo estoy pasando mal. En los momentos en que los niños me lo ponen difícil, entiendo el comportamiento de muchos padres.

Nunca sabemos por lo que alguien está pasando, ni cuándo nos veremos en una situación parecida. Aunque, en ocasiones, no podamos evitar tener nuestros prejuicios, deberíamos controlarlos y tratar de entender a la otra persona en lugar de llegar a conclusiones precipitadas.

Error nº 1: Subestimar el CARÁCTER. 
Si hay una cosa que espero hacer bien con mis hijos es conseguir que tengan un buen CORAZÓN. El carácter, la fibra moral y una brújula interna son los cimientos que forman la base para un futuro feliz y saludable. Esto es más importante que cualquier boletín de notas o que cualquier trofeo que ganen.

Nadie puede exigir un carácter concreto a sus hijos, y más teniendo en cuenta que el carácter no significa mucho a la edad de 10 o de 15 años. Los niños a esa edad se preocupan por las recompensas a corto plazo, pero nosotros, como padres, conocemos mejor la historia. Sabemos que lo importante con 25, 30 o 40 años no es lo largo que lanzaste una vez un balón o si fuiste animadora, sino cómo tratas a los demás y qué piensas de ti mismo. Si queremos fomentar el carácter, la confianza, la fuerza y la resiliencia, tenemos que dejar que los niños se enfrenten a las adversidades y que experimenten el orgullo que se siente al salir reforzado de una situación difícil.

Es complicado ver a nuestros hijos caer, pero a veces es necesario. En ocasiones, hay que preguntarse si intervenir se encuentra entre las mejores opciones. Hay un millón de formas de amar a nuestros hijos, pero, a la hora de buscar su felicidad, conviene ser conscientes de que a veces la pena a corto plazo será recompensada con creces por los beneficios en el futuro.


DE, KARI KUBISZYN KAMPAKIS

La versión original de este post apareció en karikampakis.com

Traducción de Marina Velasco Serrano


jueves, 20 de febrero de 2014

LOS PENSAMIENTOS CURAN MÁS QUE LOS MEDICAMENTOS. BRUCE LIPTON.


Bruce Lipton, doctor en Medicina, investigador en biología celular




Usted asegura que la medicina convencional va por muy mal camino. ¿Tan peligrosos son los medicamentos que nos recetan?


Nos dan medicamentos para la enfermedad, pero esto causa muchos problemas en el cuerpo. Porque esta medicina basada en la farmacología no entiende cómo está interrelacionada toda la bioquímica del organismo. Cuando tomo una pastilla química y la introduzco en mi cuerpo, no solo afecta a aquel lugar donde tengo el problema, sino que afecta a muchas otras cosas a la vez. Son los llamados “efectos secundarios”. Pero, en realidad, no son secundarios sino directos. No entienden que el efecto de las drogas no solo crea un efecto sino múltiples. Según las estadísticas en EEUU, ¡los fármacos matan allí a más de 300.000 personas cada año! Hay algo que no funciona en la ciencia médica. Hace algunas cosas bien, como la traumatología, pero está matando a mucha más gente de la que ayuda. 

¿Y qué ha descubierto sobre las células pero que no tiene en cuenta la medicina?


Yo ya trabajaba con ellas en los años 60. Fui un pionero porque en esa época había muy poca gente trabajando en ello. Y un experimento que hice en esa época cambió la idea que tenía del mundo. Entonces, la pregunta es muy sencilla, ¿qué controla el destino de las células? Todas eran idénticas, lo único que era diferente era el entorno. Cuando cojo células sanas y las coloco en un entorno nocivo, la células enferman y mueren.
Si un médico las mirara, diría: “¿Qué medicina hay que darles?” ¡Pero no hace falta ninguna medicina! Les cambias el entorno nocivo, las colocas en uno sano y saludable y las células sanan. Los humanos somos una comunidad de 50 trillones de células, por tanto, la célula es el ser viviente y la persona es una comunidad.

¿Cuál es el entorno de la célula que hay que cuidar?


Dentro de mí hay 50 trillones de células y el entorno celular para nosotros es la sangre, por ello la composición de la sangre cambia el destino de la célula. ¿Y qué controla la sangre? Pues el sistema nervioso, que crea una química diferente según el sistema exterior. La célula y el ser humano son la misma cosa. Por tanto, la medicina culpa a las células por la enfermedad y trata de cambiar la química de las células, pero ese no es el problema, el problema es el entorno. Y si cambias a la persona de entorno, sin medicamentos, el cerebro cambia la química. El cerebro de la célula y el de la persona leen y entienden el entorno.




En un entorno sano, ¿nos curamos automáticamente? ¿Así de fácil?


No es tan fácil, porque la mente interpreta. Puede suceder que estemos en un entorno muy sano y que la mente lo lea como un entorno negativo o perjudicial. Entonces crea una química que hará a mi cuerpo enfermar. La diferencia entre la célula y el ser humano es que este tiene una mente que hace una interpretación y la célula lee el entorno directamente. Si metes un programa con errores en la mente, entonces la química que genera no está en armonía con la vida. Y esto nos sirve para entender cómo funciona un placebo. Cambio mi creencia y pienso que esto me va a sanar, tomo una píldora porque creo que esto me va a traer salud, y me mejora y me sana, pero la píldora podría ser de azúcar, en realidad no ha hecho nada, han sido mis creencias. Y a eso lo llamamos pensamientos positivos y efecto placebo.

¿Está diciendo que el efecto placebo –creer que algo nos sanará– es más curativo que un medicamento? Pero no hay casi investigaciones sobre eso.


Sí, tienes razón. ¿Eres consciente de que hay más de una manera de hacer energía sin tener que depender del petróleo? Pero seguimos dependiendo del petróleo porque no interesa el cambio a los que controlan la energía. Lo mismo pasa con las empresas farmacéuticas. Venden fármacos y ¿poder sanar sin fármacos es bueno o malo para la industria farmacéutica? No quieren que sanes sin comprar sus fármacos. ¿Se puede poner energía en una cápsula? Si fuera así, las farmacéuticas intentarían vendértela. Si puedo sanar sin usar medicamentos, la industria que los produce no gana dinero. El dinero controla la ciencia.

Explíquenos cómo funciona ese poder que dice que tiene la mente para la autocuración.


He hablado de que la mente controla: si piensa de una manera, se va en una dirección y, si piensa de otra, se va en otra. Por ejemplo, cierro los ojos, los abro y veo a alguien a quien amo. Entonces mi cerebro segrega dopamina, oxitocina, etc. Lo puedo sentir en mi cuerpo, puedo sentir el amor, y esa química trae salud a las células. Por eso, quien se enamora se siente tan bien. Pero si abro los ojos y veo algo que me asusta, segrego hormonas del estrés. Y estas hacen dos cosas. La primera es que frenan el crecimiento del cuerpo. Porque si me está persiguiendo un león, necesito toda la energía para poder escaparme, y mi organismo apaga todo lo que no sea imprescindible para correr más rápido, así que se paraliza todo lo que tiene que ver con el crecimiento. La gente no lo sabe, pero tienes que crecer todos los días, porque, si no, te mueres. Cada día cientos de billones de células mueren y tienes que ir produciendo nuevas. Cada tres días, el sistema digestivo renueva sus células, pero si se interfiere con ese crecimiento, entonces no puedo estar sano porque estoy perdiendo demasiadas células al día, por eso la quimioterapia hace que se caiga el pelo y crea problemas de digestión, porque mata todas las células, no solo las del cáncer. La segunda consecuencia de las hormonas del estrés es que se cierra todo aquello que usa energía, y el sistema inmunitario usa muchísima energía: cuando estás enfermo, te sientes muy cansado porque tu energía la está usando el sistema inmunitario.

Explíquenos qué es la medicina cuántica o medicina de la energía. 


Las hormonas del estrés apagan el sistema inmunitario, incluso la medicina usa este efecto en algunas ocasiones. Por ejemplo, si me trasplantaran un corazón, mi sistema inmunitario lo rechazaría. En esos casos, los médicos dan hormonas del estrés y eso impide que funcione el sistema inmunitario. Es tan claro que suprime el sistema inmunitario que lo usamos como un medicamento. Cuando la persona está bajo estrés, afecta de dos maneras: la primera es que deja de haber crecimiento y la segunda es que se apaga el sistema inmunitario. De esta forma, virus nocivos pueden atacarme fácilmente. Cuando estás bajo mucho estrés, te enfermas. Y debo decir que, si tomamos una muestra de sangre de cada persona, descubrimos que todos tenemos células cancerígenas. Las tenemos siempre, pero si está funcionando el sistema inmunitario, no pueden crecer. Una vez que se apaga el sistema  inmunitario, proliferan. Es como el catarro: no tienes que coger el virus, ya lo tienes dentro. Son organismos oportunistas.  Como decía, la primera razón por la que la medicina de hoy es cuestionable es porque los médicos no saben cómo funcionan las células. La segunda es que la medicina está basada en la física de Newton. No reconoce la energía, esa parte invisible, las señales electromagnéticas. Pero, a principios del siglo XX, apareció la física cuántica, que dice que todo es energía, lo que podemos ver y también lo invisible. Si miras dentro del átomo, hay electrones, protones, neutrones. ¿Y qué hay dentro? Energía. La ciencia más reciente indica que el cuerpo responde a la física cuántica, no a la newtoniania. La medicina dice que quiere cambiar la química del organismo con drogas y la nueva medicina dice que hay que cambiar la energía. Y esta nueva medicina, la cuántica, es mucho más poderosa, porque responde primero el campo energético que el físico.

Y eso enlaza con la física cuántica. Si todo es energía, ¿los pensamientos también? ¿Cómo influyen en nuestra salud?


La mente es energía. Cuando piensas, transmites energía, y los pensamientos son más poderosos que la química. Así que esto es peor para las empresas farmacéuticas porque no lo pueden vender. Por tanto, no les interesa una conexión entre la mente y el cuerpo. Pero es cierto que las propias creencias se convierten en un campo energético, una transmisión, y esta se transforma en una señal que es capaz de cambiar el organismo. Y así es como funcionaba la sanación antes del desarrollo de la medicina. La gente sanaba con los chamanes, con las manos... pero eso no puede vender y por eso la medicina no quiere ir por ese camino. Y es la razón por la que yo cambié mi carrera. Estaba enseñando en la universidad que hay que seguir con drogas y sabía que eso no era verdad. La medicina lo conoce, pero no habla de ello. Sabe que el pensamiento positivo, el placebo, puede sanar, y también que el pensamiento negativo puede matar. En realidad, no es que sea positivo o negativo, es la manera de pensar. Si el médico te dice que tienes cáncer, aunque no tengas cáncer, si lo crees, crearás la química que generará cáncer. Por tanto, el problema no es tanto el entorno real sino el que tú interpretas.  Por eso no funciona la medicina, porque no reconoce la ciencia cuántica. No mira hacia ahí porque el dinero está en otro lado.

Usted ha explicado que, en la mente, quien realmente tiene el poder es el subconsciente, ¿por eso es tan difícil cambiar hábitos de pensamiento?


Es millones de veces más poderoso y más importante que la mente consciente. Utilizamos el subconsciente el 95 por ciento del tiempo.

Pero no lo podemos controlar.


Lo puedes reprogramar. La información del subconsciente se recibe en los primeros seis años de vida. Eso que aprendiste en esos años se convierte en el conocimiento fundamental de tu vida. Por tanto, hay muchos estudios que demuestran que las enfermedades que tenemos de adultos, como el cáncer, tienen que ver con la programación y el entorno que vivimos en los primeros seis años de vida.

Es decir, los niños absorben también sus enfermedades o sus actitudes negativas, y así se 'programa' su subconsciente. ¡Qué gran responsabilidad para los padres! 


La gente, cuando oye esto, se preocupa, se culpa. Pero no eres culpable si tú no sabes que el subconsciente funciona así. No lo sabían nuestros padres, ni nuestros abuelos ni bisabuelos. Ahora bien, cuando lo entiendes, tienes que cambiar tu manera de vivir, porque entonces sí eres responsable. Está demostrado que si un niño adoptado vive en su familia casos de cáncer, en su madurez puede padecer cáncer aunque su genética sea diferente. Si te enseñaron a maltratar tu cuerpo con mala información, destruirás el vehículo de tu cuerpo, cuyo conductor es la mente. El futuro es una mejor educación para los niños, incluso en la etapa prenatal.




¿Podemos reprogramar el subconsciente para estar más sanos o ser más felices con nuestra vida?


Los comportamientos que vienen del subconsciente no los percibes y pueden estar haciéndote daño. Quizás te sientes enfermo y echas la culpa a otra cosa. Al cambiar estos programas erróneos en el subconsciente, puedes recrear toda tu vida. Hay varias maneras de hacerlo. Se piensa que, cuando la mente consciente registra algo, la subconsciente también filtra esa informacion, pero no es así. La mente consciente es creativa y la subconsciente trata de todos los hábitos. Si le enseñas al subconsciente algo diferente, se lo enseñas también a la consciente, pero no al revés. Por ello, la manera de reprogramar es repetir y repetir hasta que se crea un hábito. Si leo un libro de autoayuda, mi mente consciente dice: “Sé todo lo que hay en el libro y lo aplico”, pero la subconsciente no se entera de nada. Entonces, piensas: “¿Por que sé tanto y todavía mi cuerpo no funciona?”. Los pensamientos positivos, el conocimiento... solo funcionan el 5% del tiempo, pero el 95% son los hábitos que tengo desde mi niñez. Y esa es la razón por la que los pensamientos positivos no son suficientes. Ayudan, pero no ves muchos resultados. Todo sigue igual hasta que no cambias el subconsciente.




Con su investigación, ha aunado ciencia y creencia, un binomio que evita la mayoría de los científicos. ¿Usted cree en la eternidad? 


Absolutamente, sí. No hay dos personas iguales, y lo digo desde el punto vista biológico. Si cojo mis celulas y las tralado a tu cuerpo, no soy yo, el sistema inmunitario las rechaza. En las células hay como una especie de antenas en miniatura. Son receptores y algunos son autorreceptores. Tú tienes diferentes autorreceptores a los míos. Pero los receptores reciben las señales del entorno. Si corto esos receptores, la célula no tiene ninguna identidad, porque no le viene de dentro sino de fuera. Para explicarlo de forma gráfica, diría que el cuerpo es como un televisor: mis antenas captan y reproducen el programa televisivo de Bruce. Esos receptores recogen esa transmisión. Si estoy viendo la tele y se estropea el tubo de la imagen, ha muerto el televisor, pero sigue la transmisión. Si ese ser tiene los mismos receptores que tienes tú, volverás a estar trasmitiendo lo mismo, pero en otro cuerpo. Esto explica la reencarnación y quiere decir que el cuerpo puede ir y venir, pero la transmisión siempre está ahí.




¿Eso le hizo creer que tenemos espíritu?


Nunca había creído en el espíritu, pero cuando comprobé esto en la célula, me cambió la vida entera. La pregunta que me planteé es: ¿por qué esa duplicidad?, ¿por qué tener un espíritu y un cuerpo? Y la respuesta vino de mis células: si solo existiera el espíritu, ¿a qué sabe el chocolate?  Solo con la parte espiritual, ¿cómo vivir una puesta de sol? ¿Qué se siente cuando se está enamorado? Todas esas sensaciones vienen de las células del cuerpo, que puede oler, sentir, tener experiencias. Recoge todo eso, lo transmite al cerebro. Se convierte en vibraciones y lo transmite a la fuente del ser. Si se muere mi cuerpo, mi fuente de ser y mi espíritu tienen la memoria hasta que tenga otro cuerpo. La lección más importante es que estar vivo es un regalo, una alegría por todo lo que podemos sentir. Cuando hagamos eso, todo el mundo estará sano.

BRUCE LIPTON EN LA CONTRA DE LA VANGUARDIA:

"Lo que pensamos varía nuestra biología"

martes, 4 de febrero de 2014

CONTE TERAPÈUTIC: Quatre potes i una cua.

L'atzar no existeix, per això hi ha coses que només poden acabar de la manera que desitgem.

Aquest conte, me'l va explicar un vell pastor de la Cerdanya, fill d'un italià emigrat dels Alps, de pares romanesos. Així que la història perd els seus orígens més enllà de la memòria dels qui l'expliquen, tot i que poc importa, o gens.

Comença a l'interior d'Europa, potser al sud dels Carpats. En un poblet de muntanya , on el cel te un blau generós, els prats són de vellut i les pedres es riuen de tu cada cop que et torces un turmell, hi havia una petita mula, una mica rarota, de potes fortes, i pèl lluent com coure polit , peülles fermes i cua espessa, orelles ni curtes ni llargues i la careta blanca. Per ser encara poltre se li perdonava tot, les seves corredisses, els seus salts eufòrics i d'altres bajanades que la distingien de la resta de pacífiques mules. El pagès la va bescanviar en una fira per pocs diners i ningú li va dir exactament de quina mena de mula es tractava. Serà molt forta i treballadora, va dir el mercader que li havia dit un altre mercader que li va vendre.

La bestiola, presa d'una alegria i força inusitades trotava com una boja, rient com un rierol de muntanya, jove, impetuós, tota potencialitat. El pagès massa ocupat per veure jugar els poltres, no es va adonar de la vitalitat de l'animal.

El poltre va créixer prou per a treballar i les altres mules reien maliciosament i li deien: ara veuràs que n'és de dura la vida d'una mula, per nosaltres ho ha sigut, i ara et toca a tu. Ella, a qui anomenaven Jula, en honor a una vella somera que van rebentar de treballar feia ja uns anys, escoltava atemorida a les seves germanes de quadra. Les mules no poden trotar , li deien, no estan fetes per això, només treballen, no tenen potes per a saltar com els cavalls, però tu què t'ha pensat que ets?, una pura sang o què!, ja et posaran recte!, li deien amb un to amarg i ressentit, d'enveja i tristor, de venjança fosca. Pobretes, les havien passat magres.

I així fou, li van col·locar tots els estris de treball, unes velles ferradures que no li ajustaven bé i la van lligar a una sínia per a treure aigua d'un pou. Les seves potes àgils van donar par a unes eines fortes i resistents, absentes de cap gràcia que no fos per treballar. Si parava a descansar, rebia un cop, a sobre, quina mula més gandula, deien els amos, quina compra hem fet! I ella feia el que li tocava, deixant de banda els saltirons i les cabrioles, tant per dins com per fora. A les nits, un mussol li vetllava el son, la mirava des de la biga corcada del polsós sostre de l'estable, i la veia com s'adormia trista i resignada i com, en somnis, corria i saltava feliç. I així nit rere nit.

Va passar l'hivern i per a ella la primavera va passar de llarg. Ni l'aroma de les flors ni els cants dels ocells la feien aixecar el cap, creia que estava malalta, de fet l'amo també ho pensava, així que per por que es morís, la va deixar uns dies a l'estable, tota sola, descansant. I el mussol, des de la seva atalaia, li va parlar:

-Fa temps que t'observo, Jula, i he vist com has arribat a estar així, a poc a poc, dia a dia, cop a cop. Jo no sóc metge, ni res d'això, però tinc dos grans ulls per a veure el món, i a tu, i tot i que comprenc que et passa, sé que necessites per estar bé.

-Gràcies mussol, però el meu moment ja ha passat i no l'he pogut aprofitar, ara ja no hi veig cap sortida, només dolor a les potes i cops a l'esquena, i a sobre malalta...

-Com ho saps que estàs malalta?

-Ho sento així.

-Però jo et recordo saltant i trotant, forta i feliç.

-No diguis bestieses, les mules no sabem trotar, i menys saltar, uff, i diuen que els mussols són savis!

-Ja veig que has oblidat qui ets, aquesta és la teva malaltia, vaja, vaja...

-Deixa'm descansar, no veus que no m'aguanto dreta? A més amb aquestes velles ferradures prou faig de caminar.

-Bé , no et faré moure – va dir el mussol- però diguem una cosa, si tinguessis ferradures noves i poguessis trotar com un cavall, ja sé que no, però fem com si pogués ser així, només per un moment, per distreure'ns, com se't bellugaria la cua?

-La Jula, en vista que l'avorriment la matava, li va seguir el joc de mala gana i va moure una mica la cua- Potser així- va dir, tot movent lleugerament la cua.

-Molt bé –digué el mussol- i com bellugaries una pota del davant?

- Així, potser - digué la mula, amb una veu encara fluixeta, com per no molestar.

- I si moguessis també totes les altes potes com ho faries?

- Així - va cridar la Jula amb una foguera a cada ull- així cridava i saltava.

- Bé , molt bé, aquesta ets tu, ara sí, tu no ets una mula qualsevol, sempre ho he sabut.

En aquell moment el pagès , ignorant però bona persona, va entrar a la quadra a veure si la Jula era viva o no, i en veure-la saltar va quedar mut. Mai havia vist una mula saltar, va pensar que seria d'una raça mai vista a la comarca. I de sobte va veure en ella una llum que mai no havia vist. La va treure a passejar i va veure com trotava pel camp com una pura sang, elegant com aquells cavalls àrabs tan bonics. La va ferrar amb sabates noves i lluents, la va muntar i va anar amb ella fins al poble . La Jula, tot i ser més petita que un cavall, tenia potes fortes i segures i moviments elegants com un mocador de seda al vent. L'amo se'n feia creus de no haver apreciat mai aquesta gràcia en la seva mula.

Al poble era dia de mercat, entre els sorollosos carrers on tothom cridava, homes i bestiar per igual, les aromes de verdures i fruites es mesclaven amb la fortor de fems i brossa inconcreta, sobre unes estovalles de fang grisós. Va anar fins a la parada de bestiar on va trobar un mercader de pell fosca, i olor de curri, que no havia vist mai. S'hi acostà i li digué:

-Bon dia, mercader, ja no hi és el venedor de sempre?

-No, ara porto jo el negoci – digué amb un accent peculiar- Per cert, si vol li compro el cavall, aquest es venen molt cars a Turquia.

- Quin cavall? Si és una mula, rareta però mula.

- Veig que no sap el tresor que hi dorm al seu estable, això és un cavall Baanuk de l'Himàlaia! , és una raça excepcional, tenen la gràcia d'un cavall i la resistència d'una mula. Mai no n'havia vist cap a Europa, d'on l'ha tret?

-Doncs li vaig comprar, aquí, a un mercader com vostè, ara ja fa uns anys.

-És estrany, molt estrany , però li compro igualment, li pagaré bé.

El pagès, avergonyit de no haver vist abans que tenia un animal noble i exòtic, va fer un tracte molt rendible amb el mercader, li va vendre i se'n va acomiadar tot fent-li un petó al front amb tota la tendresa que sempre li havia negat, com demanant-li perdó. El mercader s'ho mirava estranyat, emocionat potser, se'l veia feliç.

Des d'aquell dia la Jula va viatjar amb el mercader per tot arreu i va ser tractada com la princesa que era en realitat, d'una casta noble i elegant que aixecava admiració per allà on anava, amb el seu pelatge de coure polit i la seva careta blanca.



 Autor: Jordi Reviriego.