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Benvinguts a un espai on fer-se preguntes, qüestionar les nostres veritats, fer crítica constructiva. Ser dissidents d’aquest sistema vol dir fer propostes des del dubte i l’esperança.



jueves, 20 de febrero de 2014

LOS PENSAMIENTOS CURAN MÁS QUE LOS MEDICAMENTOS. BRUCE LIPTON.


Bruce Lipton, doctor en Medicina, investigador en biología celular




Usted asegura que la medicina convencional va por muy mal camino. ¿Tan peligrosos son los medicamentos que nos recetan?


Nos dan medicamentos para la enfermedad, pero esto causa muchos problemas en el cuerpo. Porque esta medicina basada en la farmacología no entiende cómo está interrelacionada toda la bioquímica del organismo. Cuando tomo una pastilla química y la introduzco en mi cuerpo, no solo afecta a aquel lugar donde tengo el problema, sino que afecta a muchas otras cosas a la vez. Son los llamados “efectos secundarios”. Pero, en realidad, no son secundarios sino directos. No entienden que el efecto de las drogas no solo crea un efecto sino múltiples. Según las estadísticas en EEUU, ¡los fármacos matan allí a más de 300.000 personas cada año! Hay algo que no funciona en la ciencia médica. Hace algunas cosas bien, como la traumatología, pero está matando a mucha más gente de la que ayuda. 

¿Y qué ha descubierto sobre las células pero que no tiene en cuenta la medicina?


Yo ya trabajaba con ellas en los años 60. Fui un pionero porque en esa época había muy poca gente trabajando en ello. Y un experimento que hice en esa época cambió la idea que tenía del mundo. Entonces, la pregunta es muy sencilla, ¿qué controla el destino de las células? Todas eran idénticas, lo único que era diferente era el entorno. Cuando cojo células sanas y las coloco en un entorno nocivo, la células enferman y mueren.
Si un médico las mirara, diría: “¿Qué medicina hay que darles?” ¡Pero no hace falta ninguna medicina! Les cambias el entorno nocivo, las colocas en uno sano y saludable y las células sanan. Los humanos somos una comunidad de 50 trillones de células, por tanto, la célula es el ser viviente y la persona es una comunidad.

¿Cuál es el entorno de la célula que hay que cuidar?


Dentro de mí hay 50 trillones de células y el entorno celular para nosotros es la sangre, por ello la composición de la sangre cambia el destino de la célula. ¿Y qué controla la sangre? Pues el sistema nervioso, que crea una química diferente según el sistema exterior. La célula y el ser humano son la misma cosa. Por tanto, la medicina culpa a las células por la enfermedad y trata de cambiar la química de las células, pero ese no es el problema, el problema es el entorno. Y si cambias a la persona de entorno, sin medicamentos, el cerebro cambia la química. El cerebro de la célula y el de la persona leen y entienden el entorno.




En un entorno sano, ¿nos curamos automáticamente? ¿Así de fácil?


No es tan fácil, porque la mente interpreta. Puede suceder que estemos en un entorno muy sano y que la mente lo lea como un entorno negativo o perjudicial. Entonces crea una química que hará a mi cuerpo enfermar. La diferencia entre la célula y el ser humano es que este tiene una mente que hace una interpretación y la célula lee el entorno directamente. Si metes un programa con errores en la mente, entonces la química que genera no está en armonía con la vida. Y esto nos sirve para entender cómo funciona un placebo. Cambio mi creencia y pienso que esto me va a sanar, tomo una píldora porque creo que esto me va a traer salud, y me mejora y me sana, pero la píldora podría ser de azúcar, en realidad no ha hecho nada, han sido mis creencias. Y a eso lo llamamos pensamientos positivos y efecto placebo.

¿Está diciendo que el efecto placebo –creer que algo nos sanará– es más curativo que un medicamento? Pero no hay casi investigaciones sobre eso.


Sí, tienes razón. ¿Eres consciente de que hay más de una manera de hacer energía sin tener que depender del petróleo? Pero seguimos dependiendo del petróleo porque no interesa el cambio a los que controlan la energía. Lo mismo pasa con las empresas farmacéuticas. Venden fármacos y ¿poder sanar sin fármacos es bueno o malo para la industria farmacéutica? No quieren que sanes sin comprar sus fármacos. ¿Se puede poner energía en una cápsula? Si fuera así, las farmacéuticas intentarían vendértela. Si puedo sanar sin usar medicamentos, la industria que los produce no gana dinero. El dinero controla la ciencia.

Explíquenos cómo funciona ese poder que dice que tiene la mente para la autocuración.


He hablado de que la mente controla: si piensa de una manera, se va en una dirección y, si piensa de otra, se va en otra. Por ejemplo, cierro los ojos, los abro y veo a alguien a quien amo. Entonces mi cerebro segrega dopamina, oxitocina, etc. Lo puedo sentir en mi cuerpo, puedo sentir el amor, y esa química trae salud a las células. Por eso, quien se enamora se siente tan bien. Pero si abro los ojos y veo algo que me asusta, segrego hormonas del estrés. Y estas hacen dos cosas. La primera es que frenan el crecimiento del cuerpo. Porque si me está persiguiendo un león, necesito toda la energía para poder escaparme, y mi organismo apaga todo lo que no sea imprescindible para correr más rápido, así que se paraliza todo lo que tiene que ver con el crecimiento. La gente no lo sabe, pero tienes que crecer todos los días, porque, si no, te mueres. Cada día cientos de billones de células mueren y tienes que ir produciendo nuevas. Cada tres días, el sistema digestivo renueva sus células, pero si se interfiere con ese crecimiento, entonces no puedo estar sano porque estoy perdiendo demasiadas células al día, por eso la quimioterapia hace que se caiga el pelo y crea problemas de digestión, porque mata todas las células, no solo las del cáncer. La segunda consecuencia de las hormonas del estrés es que se cierra todo aquello que usa energía, y el sistema inmunitario usa muchísima energía: cuando estás enfermo, te sientes muy cansado porque tu energía la está usando el sistema inmunitario.

Explíquenos qué es la medicina cuántica o medicina de la energía. 


Las hormonas del estrés apagan el sistema inmunitario, incluso la medicina usa este efecto en algunas ocasiones. Por ejemplo, si me trasplantaran un corazón, mi sistema inmunitario lo rechazaría. En esos casos, los médicos dan hormonas del estrés y eso impide que funcione el sistema inmunitario. Es tan claro que suprime el sistema inmunitario que lo usamos como un medicamento. Cuando la persona está bajo estrés, afecta de dos maneras: la primera es que deja de haber crecimiento y la segunda es que se apaga el sistema inmunitario. De esta forma, virus nocivos pueden atacarme fácilmente. Cuando estás bajo mucho estrés, te enfermas. Y debo decir que, si tomamos una muestra de sangre de cada persona, descubrimos que todos tenemos células cancerígenas. Las tenemos siempre, pero si está funcionando el sistema inmunitario, no pueden crecer. Una vez que se apaga el sistema  inmunitario, proliferan. Es como el catarro: no tienes que coger el virus, ya lo tienes dentro. Son organismos oportunistas.  Como decía, la primera razón por la que la medicina de hoy es cuestionable es porque los médicos no saben cómo funcionan las células. La segunda es que la medicina está basada en la física de Newton. No reconoce la energía, esa parte invisible, las señales electromagnéticas. Pero, a principios del siglo XX, apareció la física cuántica, que dice que todo es energía, lo que podemos ver y también lo invisible. Si miras dentro del átomo, hay electrones, protones, neutrones. ¿Y qué hay dentro? Energía. La ciencia más reciente indica que el cuerpo responde a la física cuántica, no a la newtoniania. La medicina dice que quiere cambiar la química del organismo con drogas y la nueva medicina dice que hay que cambiar la energía. Y esta nueva medicina, la cuántica, es mucho más poderosa, porque responde primero el campo energético que el físico.

Y eso enlaza con la física cuántica. Si todo es energía, ¿los pensamientos también? ¿Cómo influyen en nuestra salud?


La mente es energía. Cuando piensas, transmites energía, y los pensamientos son más poderosos que la química. Así que esto es peor para las empresas farmacéuticas porque no lo pueden vender. Por tanto, no les interesa una conexión entre la mente y el cuerpo. Pero es cierto que las propias creencias se convierten en un campo energético, una transmisión, y esta se transforma en una señal que es capaz de cambiar el organismo. Y así es como funcionaba la sanación antes del desarrollo de la medicina. La gente sanaba con los chamanes, con las manos... pero eso no puede vender y por eso la medicina no quiere ir por ese camino. Y es la razón por la que yo cambié mi carrera. Estaba enseñando en la universidad que hay que seguir con drogas y sabía que eso no era verdad. La medicina lo conoce, pero no habla de ello. Sabe que el pensamiento positivo, el placebo, puede sanar, y también que el pensamiento negativo puede matar. En realidad, no es que sea positivo o negativo, es la manera de pensar. Si el médico te dice que tienes cáncer, aunque no tengas cáncer, si lo crees, crearás la química que generará cáncer. Por tanto, el problema no es tanto el entorno real sino el que tú interpretas.  Por eso no funciona la medicina, porque no reconoce la ciencia cuántica. No mira hacia ahí porque el dinero está en otro lado.

Usted ha explicado que, en la mente, quien realmente tiene el poder es el subconsciente, ¿por eso es tan difícil cambiar hábitos de pensamiento?


Es millones de veces más poderoso y más importante que la mente consciente. Utilizamos el subconsciente el 95 por ciento del tiempo.

Pero no lo podemos controlar.


Lo puedes reprogramar. La información del subconsciente se recibe en los primeros seis años de vida. Eso que aprendiste en esos años se convierte en el conocimiento fundamental de tu vida. Por tanto, hay muchos estudios que demuestran que las enfermedades que tenemos de adultos, como el cáncer, tienen que ver con la programación y el entorno que vivimos en los primeros seis años de vida.

Es decir, los niños absorben también sus enfermedades o sus actitudes negativas, y así se 'programa' su subconsciente. ¡Qué gran responsabilidad para los padres! 


La gente, cuando oye esto, se preocupa, se culpa. Pero no eres culpable si tú no sabes que el subconsciente funciona así. No lo sabían nuestros padres, ni nuestros abuelos ni bisabuelos. Ahora bien, cuando lo entiendes, tienes que cambiar tu manera de vivir, porque entonces sí eres responsable. Está demostrado que si un niño adoptado vive en su familia casos de cáncer, en su madurez puede padecer cáncer aunque su genética sea diferente. Si te enseñaron a maltratar tu cuerpo con mala información, destruirás el vehículo de tu cuerpo, cuyo conductor es la mente. El futuro es una mejor educación para los niños, incluso en la etapa prenatal.




¿Podemos reprogramar el subconsciente para estar más sanos o ser más felices con nuestra vida?


Los comportamientos que vienen del subconsciente no los percibes y pueden estar haciéndote daño. Quizás te sientes enfermo y echas la culpa a otra cosa. Al cambiar estos programas erróneos en el subconsciente, puedes recrear toda tu vida. Hay varias maneras de hacerlo. Se piensa que, cuando la mente consciente registra algo, la subconsciente también filtra esa informacion, pero no es así. La mente consciente es creativa y la subconsciente trata de todos los hábitos. Si le enseñas al subconsciente algo diferente, se lo enseñas también a la consciente, pero no al revés. Por ello, la manera de reprogramar es repetir y repetir hasta que se crea un hábito. Si leo un libro de autoayuda, mi mente consciente dice: “Sé todo lo que hay en el libro y lo aplico”, pero la subconsciente no se entera de nada. Entonces, piensas: “¿Por que sé tanto y todavía mi cuerpo no funciona?”. Los pensamientos positivos, el conocimiento... solo funcionan el 5% del tiempo, pero el 95% son los hábitos que tengo desde mi niñez. Y esa es la razón por la que los pensamientos positivos no son suficientes. Ayudan, pero no ves muchos resultados. Todo sigue igual hasta que no cambias el subconsciente.




Con su investigación, ha aunado ciencia y creencia, un binomio que evita la mayoría de los científicos. ¿Usted cree en la eternidad? 


Absolutamente, sí. No hay dos personas iguales, y lo digo desde el punto vista biológico. Si cojo mis celulas y las tralado a tu cuerpo, no soy yo, el sistema inmunitario las rechaza. En las células hay como una especie de antenas en miniatura. Son receptores y algunos son autorreceptores. Tú tienes diferentes autorreceptores a los míos. Pero los receptores reciben las señales del entorno. Si corto esos receptores, la célula no tiene ninguna identidad, porque no le viene de dentro sino de fuera. Para explicarlo de forma gráfica, diría que el cuerpo es como un televisor: mis antenas captan y reproducen el programa televisivo de Bruce. Esos receptores recogen esa transmisión. Si estoy viendo la tele y se estropea el tubo de la imagen, ha muerto el televisor, pero sigue la transmisión. Si ese ser tiene los mismos receptores que tienes tú, volverás a estar trasmitiendo lo mismo, pero en otro cuerpo. Esto explica la reencarnación y quiere decir que el cuerpo puede ir y venir, pero la transmisión siempre está ahí.




¿Eso le hizo creer que tenemos espíritu?


Nunca había creído en el espíritu, pero cuando comprobé esto en la célula, me cambió la vida entera. La pregunta que me planteé es: ¿por qué esa duplicidad?, ¿por qué tener un espíritu y un cuerpo? Y la respuesta vino de mis células: si solo existiera el espíritu, ¿a qué sabe el chocolate?  Solo con la parte espiritual, ¿cómo vivir una puesta de sol? ¿Qué se siente cuando se está enamorado? Todas esas sensaciones vienen de las células del cuerpo, que puede oler, sentir, tener experiencias. Recoge todo eso, lo transmite al cerebro. Se convierte en vibraciones y lo transmite a la fuente del ser. Si se muere mi cuerpo, mi fuente de ser y mi espíritu tienen la memoria hasta que tenga otro cuerpo. La lección más importante es que estar vivo es un regalo, una alegría por todo lo que podemos sentir. Cuando hagamos eso, todo el mundo estará sano.

BRUCE LIPTON EN LA CONTRA DE LA VANGUARDIA:

"Lo que pensamos varía nuestra biología"

martes, 4 de febrero de 2014

CONTE TERAPÈUTIC: Quatre potes i una cua.

L'atzar no existeix, per això hi ha coses que només poden acabar de la manera que desitgem.

Aquest conte, me'l va explicar un vell pastor de la Cerdanya, fill d'un italià emigrat dels Alps, de pares romanesos. Així que la història perd els seus orígens més enllà de la memòria dels qui l'expliquen, tot i que poc importa, o gens.

Comença a l'interior d'Europa, potser al sud dels Carpats. En un poblet de muntanya , on el cel te un blau generós, els prats són de vellut i les pedres es riuen de tu cada cop que et torces un turmell, hi havia una petita mula, una mica rarota, de potes fortes, i pèl lluent com coure polit , peülles fermes i cua espessa, orelles ni curtes ni llargues i la careta blanca. Per ser encara poltre se li perdonava tot, les seves corredisses, els seus salts eufòrics i d'altres bajanades que la distingien de la resta de pacífiques mules. El pagès la va bescanviar en una fira per pocs diners i ningú li va dir exactament de quina mena de mula es tractava. Serà molt forta i treballadora, va dir el mercader que li havia dit un altre mercader que li va vendre.

La bestiola, presa d'una alegria i força inusitades trotava com una boja, rient com un rierol de muntanya, jove, impetuós, tota potencialitat. El pagès massa ocupat per veure jugar els poltres, no es va adonar de la vitalitat de l'animal.

El poltre va créixer prou per a treballar i les altres mules reien maliciosament i li deien: ara veuràs que n'és de dura la vida d'una mula, per nosaltres ho ha sigut, i ara et toca a tu. Ella, a qui anomenaven Jula, en honor a una vella somera que van rebentar de treballar feia ja uns anys, escoltava atemorida a les seves germanes de quadra. Les mules no poden trotar , li deien, no estan fetes per això, només treballen, no tenen potes per a saltar com els cavalls, però tu què t'ha pensat que ets?, una pura sang o què!, ja et posaran recte!, li deien amb un to amarg i ressentit, d'enveja i tristor, de venjança fosca. Pobretes, les havien passat magres.

I així fou, li van col·locar tots els estris de treball, unes velles ferradures que no li ajustaven bé i la van lligar a una sínia per a treure aigua d'un pou. Les seves potes àgils van donar par a unes eines fortes i resistents, absentes de cap gràcia que no fos per treballar. Si parava a descansar, rebia un cop, a sobre, quina mula més gandula, deien els amos, quina compra hem fet! I ella feia el que li tocava, deixant de banda els saltirons i les cabrioles, tant per dins com per fora. A les nits, un mussol li vetllava el son, la mirava des de la biga corcada del polsós sostre de l'estable, i la veia com s'adormia trista i resignada i com, en somnis, corria i saltava feliç. I així nit rere nit.

Va passar l'hivern i per a ella la primavera va passar de llarg. Ni l'aroma de les flors ni els cants dels ocells la feien aixecar el cap, creia que estava malalta, de fet l'amo també ho pensava, així que per por que es morís, la va deixar uns dies a l'estable, tota sola, descansant. I el mussol, des de la seva atalaia, li va parlar:

-Fa temps que t'observo, Jula, i he vist com has arribat a estar així, a poc a poc, dia a dia, cop a cop. Jo no sóc metge, ni res d'això, però tinc dos grans ulls per a veure el món, i a tu, i tot i que comprenc que et passa, sé que necessites per estar bé.

-Gràcies mussol, però el meu moment ja ha passat i no l'he pogut aprofitar, ara ja no hi veig cap sortida, només dolor a les potes i cops a l'esquena, i a sobre malalta...

-Com ho saps que estàs malalta?

-Ho sento així.

-Però jo et recordo saltant i trotant, forta i feliç.

-No diguis bestieses, les mules no sabem trotar, i menys saltar, uff, i diuen que els mussols són savis!

-Ja veig que has oblidat qui ets, aquesta és la teva malaltia, vaja, vaja...

-Deixa'm descansar, no veus que no m'aguanto dreta? A més amb aquestes velles ferradures prou faig de caminar.

-Bé , no et faré moure – va dir el mussol- però diguem una cosa, si tinguessis ferradures noves i poguessis trotar com un cavall, ja sé que no, però fem com si pogués ser així, només per un moment, per distreure'ns, com se't bellugaria la cua?

-La Jula, en vista que l'avorriment la matava, li va seguir el joc de mala gana i va moure una mica la cua- Potser així- va dir, tot movent lleugerament la cua.

-Molt bé –digué el mussol- i com bellugaries una pota del davant?

- Així, potser - digué la mula, amb una veu encara fluixeta, com per no molestar.

- I si moguessis també totes les altes potes com ho faries?

- Així - va cridar la Jula amb una foguera a cada ull- així cridava i saltava.

- Bé , molt bé, aquesta ets tu, ara sí, tu no ets una mula qualsevol, sempre ho he sabut.

En aquell moment el pagès , ignorant però bona persona, va entrar a la quadra a veure si la Jula era viva o no, i en veure-la saltar va quedar mut. Mai havia vist una mula saltar, va pensar que seria d'una raça mai vista a la comarca. I de sobte va veure en ella una llum que mai no havia vist. La va treure a passejar i va veure com trotava pel camp com una pura sang, elegant com aquells cavalls àrabs tan bonics. La va ferrar amb sabates noves i lluents, la va muntar i va anar amb ella fins al poble . La Jula, tot i ser més petita que un cavall, tenia potes fortes i segures i moviments elegants com un mocador de seda al vent. L'amo se'n feia creus de no haver apreciat mai aquesta gràcia en la seva mula.

Al poble era dia de mercat, entre els sorollosos carrers on tothom cridava, homes i bestiar per igual, les aromes de verdures i fruites es mesclaven amb la fortor de fems i brossa inconcreta, sobre unes estovalles de fang grisós. Va anar fins a la parada de bestiar on va trobar un mercader de pell fosca, i olor de curri, que no havia vist mai. S'hi acostà i li digué:

-Bon dia, mercader, ja no hi és el venedor de sempre?

-No, ara porto jo el negoci – digué amb un accent peculiar- Per cert, si vol li compro el cavall, aquest es venen molt cars a Turquia.

- Quin cavall? Si és una mula, rareta però mula.

- Veig que no sap el tresor que hi dorm al seu estable, això és un cavall Baanuk de l'Himàlaia! , és una raça excepcional, tenen la gràcia d'un cavall i la resistència d'una mula. Mai no n'havia vist cap a Europa, d'on l'ha tret?

-Doncs li vaig comprar, aquí, a un mercader com vostè, ara ja fa uns anys.

-És estrany, molt estrany , però li compro igualment, li pagaré bé.

El pagès, avergonyit de no haver vist abans que tenia un animal noble i exòtic, va fer un tracte molt rendible amb el mercader, li va vendre i se'n va acomiadar tot fent-li un petó al front amb tota la tendresa que sempre li havia negat, com demanant-li perdó. El mercader s'ho mirava estranyat, emocionat potser, se'l veia feliç.

Des d'aquell dia la Jula va viatjar amb el mercader per tot arreu i va ser tractada com la princesa que era en realitat, d'una casta noble i elegant que aixecava admiració per allà on anava, amb el seu pelatge de coure polit i la seva careta blanca.



 Autor: Jordi Reviriego.